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Sin Mandato, Sin Rumbo: Cómo la Ambigüedad en la Gestión de Costos Sabotea la Rentabilidad Corporativa

por Pedro San Martin, Principal & Subject Matter Expert Asher & Company


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El Problema:

Cuando Nadie Sabe Quién Manda

La conversación tuvo lugar en una sala de juntas con vista a Biscayne Bay (Miami). Entre sorbos de café cubano, el CFO de una empresa manufacturera regional me confesó algo que lo había estado carcomiendo durante meses:


"Tenemos toda la información del mundo, sistemas que costaron una fortuna, pero nadie aquí sabe realmente quién decide sobre los números."


Su comentario me resultó familiar. Demasiado familiar...

Durante los últimos cinco años, he escuchado variaciones de esa misma frase en oficinas de Ciudad de Miami, México, Bogotá y San José. Ejecutivos brillantes con MBAs de escuelas prestigiosas, liderando empresas sólidas, pero navegando en aguas turbias cuando se trata de definir quién tiene la última palabra sobre rentabilidad y costos.

El problema no es la falta de información. Tampoco es la ausencia de tecnología. El problema es la niebla organizacional que se forma cuando nadie tiene un mandato claro para liderar el proceso de rentabilidad. Y esa niebla tiene un costo brutal.


Sin claridad en roles y responsabilidades, los equipos operan en silos, cada uno con su propia versión de la verdad. Finanzas tiene sus números. Operaciones tiene los suyos. Ventas tiene una tercera versión. Y cuando llega el momento de la reunión estratégica, todos miran al CEO esperando que resuelva la diferencia entre tres realidades que supuestamente describen el mismo negocio.


Esta falta de coordinación se traduce en reportes tardíos, decisiones postergadas y, peor aún, una erosión lenta pero constante de la confianza en los procesos internos. El equipo directivo deja de creer en sus propios números. Y sin números confiables, cualquier estrategia se convierte en una apuesta ciega.


Los síntomas están por todas partes: reportes financieros que se contradicen entre sí, debates interminables sobre variaciones de margen, iniciativas estratégicas que fracasan porque se construyen sobre bases analíticas débiles. Pero el daño real va más profundo. Cuando una organización pierde confianza en sus procesos financieros, comienza a tomar decisiones basadas en intuición, presión externa o, en el peor de los casos, política interna.


El Impacto:

Cuando la Desorganización se Vuelve Costosa

La consecuencia más obvia de esta ambigüedad es la desalineación. Pero el problema va mucho más profundo.


  • Primero, está el tema de la calidad de la información. Cuando no hay un dueño claro del proceso, cada área construye sus reportes según su propia lógica. El departamento de finanzas prioriza la precisión contable. Operaciones se enfoca en métricas operacionales. Marketing habla del valor de vida del cliente. Y todos creen que están midiendo lo mismo: el éxito del negocio.

    El resultado es una Torre de Babel corporativa, una consolidación financiera que es mas bien un data warehouse financiero, donde todos hablan un dialecto diferente del lenguaje de los números.


  • Segundo, la rendición de cuentas se diluye. He visto equipos directivos pasar semanas debatiendo si una variación de margen se debe a costos de materiales, eficiencias operacionales o cambios en la mezcla de productos. Sin un proceso claro y un responsable definido, esas discusiones se vuelven eternas y, francamente, improductivas.

    La investigación sobre Objetivos y Resultados Clave (OKRs), popularizada por John Doerr tras su experiencia en Intel y Google, demuestra que la claridad en la responsabilidad es fundamental para el desempeño organizacional. Doerr documenta cómo Andy Grove en Intel desarrolló un sistema donde cada objetivo tenía un dueño claro y medible. Sin esa claridad, los equipos se paralizan en análisis que no llevan a ninguna decisión.


  • Tercero, la capacidad de ejecutar estrategia se compromete. Una cosa es definir una estrategia ganadora en una sesión de planeación estratégica, y otra muy distinta es ejecutarla cuando los sistemas de información no están alineados con las prioridades estratégicas. He visto empresas con estrategias brillantes que fracasan en la ejecución porque sus reportes de rentabilidad no reflejan las métricas que realmente importan para el éxito del negocio.


  • Cuarto, la innovación se estanca. Las mejores herramientas de gestión —desde Six Sigma hasta análisis ABC/M, desde balanced scorecards hasta benchmarking competitivo— pierden efectividad cuando se implementan en organizaciones donde no hay claridad sobre quién lidera el proceso de mejora. Sin un mandato claro, estas iniciativas se convierten en ejercicios académicos que consumen tiempo y recursos sin generar impacto real.


Y finalmente, el daño más insidioso: la pérdida de confianza. Cuando los números no cuadran, cuando los reportes se contradicen entre sí, cuando las explicaciones varían según quién las presente, toda la organización desarrolla escepticismo hacia sus propios procesos de análisis. He visto empresas donde el equipo directivo simplemente dejó de pedir reportes detallados porque habían perdido fe en su precisión.

Esa pérdida de confianza es tóxica. Se extiende más allá de los números y contamina la toma de decisiones estratégicas. Cuando una organización no confía en sus propios datos, comienza a tomar decisiones basadas en intuición, presión externa o, en el peor de los casos, política interna.


Las Implicaciones Financieras son Devastadoras

Las implicaciones financieras son abrumadoras. Las empresas que operan sin mandatos claros de gestión de costos típicamente experimentan costos administrativos 15-25% más altos debido a procesos redundantes, decisiones retrasadas y retrabajos. Más críticamente, pierden oportunidades estratégicas porque su proceso de toma de decisiones es demasiado lento e impreciso para capitalizar las dinámicas del mercado.


Consideremos los efectos en cascada: cuando los equipos de finanzas gastan 60% de su tiempo reconciliando diferentes versiones de los mismos datos en lugar de analizar los impulsores del negocio, cuando las iniciativas estratégicas se retrasan porque nadie puede proporcionar cálculos definitivos de ROI, cuando las respuestas competitivas se posponen porque las evaluaciones de impacto en utilidades toman semanas en lugar de días.

La psicología organizacional se vuelve igualmente dañina. Los equipos desarrollan desamparo aprendido en torno al análisis financiero. Dejan de proponer soluciones innovadoras porque saben que el proceso de evaluación financiera es impredecible. La gerencia media se vuelve adversa al riesgo porque no pueden confiar en los modelos económicos que deberían respaldar decisiones audaces.


En los mercados latinoamericanos, donde la agilidad y la eficiencia de costos suelen ser diferenciadores competitivos, esta parálisis organizacional puede ser fatal. Las empresas que deberían estar aprovechando su conocimiento regional y flexibilidad operacional se encuentran moviéndose más lento que los competidores multinacionales porque su aparato interno de toma de decisiones está obstruido con ambigüedad.


El Remedio:

Un Mandato que Funciona

Resolver este problema no requiere una revolución tecnológica. Requiere claridad organizacional y, sobre todo, liderazgo decisivo.

La solución comienza con una decisión simple pero poderosa: definir explícitamente quién lidera el proceso de rentabilidad en la organización. En la mayoría de los casos, esa responsabilidad recae naturalmente en el CFO, pero lo importante no es el título sino el mandato. Esa persona debe tener la autoridad, los recursos y el respaldo ejecutivo para construir y mantener una narrativa financiera consistente y creíble.


Estableciendo Gobernanza con Propósito

El primer paso es crear un marco de gobernanza que vaya más allá de la simple asignación de tareas. Se trata de empoderar a una persona o equipo para construir una historia financiera coherente que conecte los números con la estrategia del negocio.

En una multinacional guatemalteca con la que trabajé el año pasado, implementar un comité de gobernanza financiera cambió completamente la dinámica de los reportes. El CFO dejó de ser simplemente el "contador jefe" y se convirtió en el narrador principal de la historia financiera de la empresa. Sus reportes dejaron de ser listas de números y se convirtieron en explicaciones del desempeño del negocio.

La transformación no fue inmediata. Requirió tres meses de sesiones semanales de calibración donde el CFO y los jefes de departamento se alinearon en definiciones clave: ¿Cómo definimos la rentabilidad del cliente? ¿Qué constituye una inversión estratégica versus gasto operacional? ¿Cómo contabilizamos los costos de servicios compartidos? Estas discusiones aparentemente técnicas se convirtieron en la base para la alineación organizacional.

El avance llegó cuando el comité de gobernanza estableció tres principios innegociables: todo reporte financiero debe contar una historia que se conecte con objetivos estratégicos, toda explicación de variaciones debe incluir impulsores específicos del negocio, y toda recomendación debe venir con pasos de implementación claros y métricas de éxito.


Validación y Corrección de Base Informativa

Sin datos confiables, cualquier narrativa se desmorona. Pero "confiable" no solo significa "preciso". Significa relevante, oportuno y contextualizado.

He visto cómo las implementaciones de inteligencia artificial para detectar anomalías en datos financieros han mejorado no solo la precisión sino también la velocidad de los reportes. Pero la clave está en mantener el juicio humano como filtro final. Los algoritmos pueden detectar inconsistencias, pero solo un analista experimentado puede explicar si esa inconsistencia representa un problema real o simplemente una peculiaridad del negocio.

Una empresa colombiana implementó un enfoque interesante: usaron IA para marcar patrones inusuales en sus datos de costos, pero requirieron que sus analistas financieros proporcionaran tres explicaciones potenciales para cada anomalía antes de investigar más. Este proceso redujo las falsas alarmas en 70% mientras aseguraba que los problemas reales recibieran atención adecuada.

El proceso de validación de datos también debe abordar el timing. Los datos en tiempo real no siempre son mejores datos. Algunas métricas de negocio necesitan tiempo para estabilizarse antes de volverse significativas. Las mejores organizaciones con las que he trabajado distinguen entre dashboards operacionales que necesitan actualizaciones por hora y reportes estratégicos que se benefician de agregación semanal o mensual.


Desarrollo de Capacidades de Comunicación

Los mejores analistas financieros no solo son técnicamente competentes; saben cómo contar historias con números. En talleres que he facilitado con CFOs de diferentes ciudades de la región, el ejercicio más revelador es siempre el mismo: pedirles que expliquen una variación de margen usando solo ejemplos concretos del negocio, sin jerga técnica.

La diferencia de calidad entre "el margen bajó 2.3 puntos por varios factores" y "perdimos margen principalmente porque el costo del aluminio subió 15% y nuestros contratos con clientes grandes nos impiden ajustar precios hasta el próximo trimestre" es abismal. La segunda versión no solo informa; sugiere acciones.

Este desarrollo de capacidades requiere inversión sistemática. Una empresa peruana organizó sesiones mensuales donde sus líderes financieros practicaban presentaciones frente a colegas, recibían retroalimentación constructiva y refinaban sus habilidades de comunicación. El resultado fue sorprendente: no solo mejoraron los reportes, sino que aumentó el orgullo profesional del equipo. Comenzaron a ver su trabajo no como un ejercicio de cumplimiento sino como una contribución estratégica real.

El marco de storytelling que mejor funciona sigue una estructura simple: contexto, insight, acción. El contexto explica qué pasó y por qué importa. El insight revela los impulsores subyacentes y sus implicaciones. La acción especifica qué hará la organización de manera diferente basándose en esta información.


Simplificación Tecnológica sin Perder Control

La tentación de automatizar todo el proceso de reportes es comprensible, especialmente con las capacidades actuales de inteligencia artificial. Pero he visto implementaciones donde la automatización eliminó el juicio humano y convirtió los reportes en ruido estadístico.

Una empresa bogotana encontró el equilibrio correcto: usan IA para generar borradores de análisis de variaciones, pero requieren que su equipo de finanzas valide, contextualice y, cuando sea necesario, reescriba completamente esos borradores. El resultado son reportes más rápidos pero igualmente reflexivos.

La filosofía tecnológica debe ser "aumentar, no reemplazar". El machine learning puede identificar patrones que los humanos podrían pasar por alto, pero los humanos proporcionan contexto de negocio que las máquinas no pueden entender. El procesamiento de lenguaje natural puede generar explicaciones iniciales, pero los analistas experimentados deben validar si esas explicaciones tienen sentido empresarial.

Las implementaciones más exitosas que he visto siguen una regla 70-30: 70% del análisis rutinario se automatiza, liberando a los analistas para gastar 30% de su tiempo en interpretación de alto valor y recomendaciones estratégicas. Esta proporción asegura eficiencia sin sacrificar la calidad del insight.


Estructurando Reportes como Narrativas

Los mejores reportes financieros siguen una estructura narrativa simple: qué pasó, por qué pasó, qué vamos a hacer al respecto. Es una fórmula básica, pero sorprendentemente difícil de ejecutar bien.

Una firma en Medellín transformó sus reportes ejecutivos siguiendo exactamente esa estructura. En lugar de presentar tablas de variaciones seguidas de explicaciones técnicas, comenzaron cada reporte con una síntesis de los tres puntos principales, seguida por análisis detallado y terminando con acciones específicas y fechas de seguimiento.

El impacto fue inmediato. Las reuniones ejecutivas dejaron de enfocarse en entender números y comenzaron a enfocarse en decidir qué hacer con esa información.

Este enfoque narrativo requiere disciplina. Cada gráfica debe avanzar la historia. Cada tabla debe respaldar una conclusión específica. Cada explicación de variación debe conectarse con impulsores del negocio que la gerencia puede influenciar. Los reportes se vuelven más cortos pero más accionables.


Integración de Modelos Generadores de Valor

Los modelos de costeo basado en actividades (ABC/M) y balanced scorecard (BSC) no son herramientas nuevas, pero siguen siendo poderosos cuando se implementan con propósito claro. La clave está en usarlos para responder preguntas estratégicas específicas, no como ejercicios contables.

Un retailer panameño usó ABC/M para entender la rentabilidad real de diferentes segmentos de clientes, y BSC para alinear métricas operacionales con objetivos estratégicos. Pero lo que marcó la diferencia fue presentar esa información integrada en una sola narrativa que conectaba comportamiento del cliente, eficiencia operacional y resultados financieros.

El desafío de integración es significativo. Los modelos ABC/M pueden generar cientos de asignaciones de costos, pero solo unas pocas importan para decisiones estratégicas. Los marcos BSC pueden rastrear docenas de métricas, pero la atención ejecutiva solo puede enfocarse en cinco o seis indicadores clave. El arte está en destilar complejidad en simplicidad accionable.

Las implementaciones exitosas se enfocan en las pocas métricas vitales que realmente impulsan las decisiones del negocio. Resisten la tentación de mostrar todo lo que pueden medir y en su lugar destacan lo que el liderazgo necesita saber para tomar mejores decisiones.


Inversión en Storytelling Financiero

Contar historias efectivas con números es una habilidad que se puede desarrollar. La empresa peruana que mencioné organizó sesiones mensuales donde sus líderes financieros practicaban presentaciones, recibían retroalimentación y refinaban su capacidad de comunicación.

Los resultados fueron notables: no solo mejoraron los reportes, sino que aumentó el orgullo profesional del equipo. Comenzaron a ver su trabajo no como cumplimiento sino como contribución estratégica.

El enfoque de entrenamiento que mejor funciona combina habilidades técnicas con técnicas de comunicación. Los profesionales de finanzas necesitan entender no solo cómo calcular métricas, sino cómo presentarlas de maneras que inspiren acción. Esto significa entender a su audiencia, estructurar presentaciones para máximo impacto, y desarrollar comodidad con hablar en público.

Los ejercicios de role-playing donde los miembros del equipo de finanzas presentan ante juntas directivas simuladas ayudan a construir confianza y revelar brechas de comunicación. Grabar estas sesiones y revisarlas juntos crea oportunidades de aprendizaje poderosas.

Transformación de Mentalidad Financiera

Los mejores CFOs que he conocido no se ven a sí mismos como guardianes de información financiera sino como facilitadores de mejores decisiones estratégicas. Esa diferencia de mentalidad se refleja en todo: desde el lenguaje que usan hasta cómo estructuran sus equipos.

En organizaciones que han hecho esta transición exitosamente, la función de finanzas se convierte en consultor interno. En lugar de limitarse a reportar lo que pasó, anticipan tendencias, identifican riesgos y proponen soluciones.

Esta transformación requiere más que cambios de mentalidad individual. Requiere permiso organizacional para que los equipos de finanzas desafíen suposiciones, propongan alternativas y participen en discusiones estratégicas como iguales en lugar de solo proveedores de datos.

Los líderes financieros más exitosos con los que he trabajado gastan 40% de su tiempo en análisis prospectivo y soporte estratégico, 30% en asegurar calidad de datos e integridad de procesos, y solo 30% en actividades tradicionales de reportes y cumplimiento.


Preparación para Momentos Críticos

Antes de cada reunión importante con junta directiva o inversionistas, las mejores organizaciones simulan preguntas difíciles. ¿Qué nos van a preguntar? ¿Tenemos respuestas sólidas? ¿Nuestros reportes realmente respaldan las conclusiones que estamos presentando?

Empresas en El Salvador han institucionalizado estas sesiones de preparación, y el resultado ha sido una mejora notable en la confianza y efectividad de sus presentaciones ejecutivas.

El proceso de simulación involucra miembros del equipo haciendo de abogado del diablo, desafiando suposiciones y poniendo a prueba explicaciones. Esta preparación revela puntos débiles en el análisis y asegura que las presentaciones públicas reflejen el mejor pensamiento de la organización.

La preparación para crisis es igualmente importante. Cuando ocurren resultados financieros inesperados, las organizaciones con mandatos claros pueden responder rápida y confiadamente porque ya han establecido procesos para análisis rápido y comunicación.


Midiendo el Impacto de la Comunicación

Una empresa energética costarricense desarrolló una métrica simple pero poderosa para evaluar la calidad de los reportes: después de cada presentación a junta directiva, preguntaban si esa información había sido útil para tomar decisiones específicas.

La respuesta a esa pregunta se convirtió en el filtro principal para determinar qué información incluir en reportes futuros. Si un análisis no ayudaba a decidir algo, se eliminaba. Si generaba debates productivos que llevaron a acciones concretas, se refinaba y expandía.

Este mecanismo de retroalimentación crea mejora continua en la efectividad de comunicación. Los reportes evolucionan basados en utilidad real en lugar de completitud teórica. El resultado es información que genuinamente respalda mejor toma de decisiones en lugar de solo satisfacer requerimientos de reportes.


Aplicación Real: Un Caso de Transformación

Para ilustrar cómo funcionan estos principios en la práctica, consideremos la transformación de una empresa manufacturera mexicana que implementó este marco durante dieciocho meses.

Inicialmente, la empresa luchaba con los síntomas clásicos: finanzas reportaba un conjunto de márgenes, operaciones calculaba diferentes métricas de eficiencia, y ventas tenía sus propios cálculos de rentabilidad. Las reuniones ejecutivas mensuales se convertían en ejercicios de reconciliación en lugar de discusiones estratégicas.

La transformación comenzó con el CEO designando explícitamente al CFO como la única autoridad para análisis y reportes de rentabilidad. Esto no fue solo un cambio de título; vino con autoridad de presupuesto expandida, acceso directo a datos operacionales, y un mandato para desafiar suposiciones en todos los departamentos.


La primera acción del CFO fue establecer protocolos de validación de datos. En lugar de aceptar números de diferentes sistemas al valor nominal, el equipo de finanzas implementó verificaciones cruzadas que identificaban y resolvían inconsistencias antes de que los reportes llegaran a ejecutivos. Este proceso inicialmente ralentizó los reportes por dos semanas pero eliminó los debates interminables de reconciliación que habían plagado reuniones anteriores.

Luego vino el entrenamiento en comunicación. El equipo de finanzas aprendió a estructurar reportes alrededor de impulsores del negocio en lugar de categorías contables. En lugar de presentar "variación de costos por departamento", explicaron "impacto en margen por segmento de cliente" y "impulsores de rentabilidad por línea de producto". El cambio de lenguaje reflejó un cambio analítico más profundo.

La tecnología jugó un papel de soporte. La empresa implementó detección de anomalías impulsada por IA que marcaba patrones inusuales para investigación humana. Pero la clave fue mantener juicio analítico—los algoritmos identificaron valores atípicos, pero los humanos determinaron qué valores atípicos importaban para decisiones del negocio.


La transformación cultural tomó más tiempo. Inicialmente, los jefes de departamento se resistieron a que finanzas desafiara sus métricas. Pero conforme la calidad del análisis mejoró y los reportes se volvieron más accionables, la resistencia se convirtió en colaboración. Los gerentes de operaciones comenzaron a solicitar análisis financiero para respaldar sus iniciativas de mejora. Los líderes de ventas pidieron datos de rentabilidad de cliente para guiar estrategias de cuenta.

Dieciocho meses después de comenzar la transformación, las reuniones ejecutivas se enfocaban completamente en decisiones estratégicas en lugar de reconciliación de datos.


El tiempo de respuesta para preguntas estratégicas bajó de semanas a días. Más importante, la capacidad de la empresa para evaluar y actuar sobre oportunidades de mercado mejoró dramáticamente.

El impacto financiero fue medible: los costos administrativos bajaron 20% debido a la eliminación de análisis redundante, la velocidad de decisiones estratégicas aumentó 300%, y la empresa entró exitosamente a dos nuevos segmentos de mercado basándose en proyecciones robustas de rentabilidad que no habrían sido posibles bajo el sistema anterior.


Construyendo Cambio Sostenible

La transformación de gestión de costos ambigua a clara requiere compromiso sostenido más allá de la implementación inicial. Las organizaciones que logran mantener estas mejoras comparten varias características.

Primero, institucionalizan los nuevos procesos a través de políticas y procedimientos formales. Los mandatos claros no sobreviven cambios de liderazgo a menos que estén embebidos en la estructura organizacional. Las descripciones de trabajo, métricas de desempeño y relaciones de reporte deben reflejar el nuevo modelo de rendición de cuentas.

Segundo, invierten continuamente en desarrollo de capacidades. Las habilidades de storytelling financiero se atrofian sin práctica. Las capacidades tecnológicas evolucionan rápidamente. Las dinámicas de mercado cambian los requerimientos analíticos. Las organizaciones exitosas tratan estas capacidades como activos estratégicos que requieren inversión continua.

Tercero, miden y celebran el éxito. Cuando mejor análisis financiero lleva a decisiones estratégicas exitosas, las organizaciones deben reconocer y recompensar esas contribuciones. Esto refuerza el valor de mandatos claros y alienta excelencia continua.

Cuarto, permanecen flexibles dentro de la estructura. Los mandatos claros no significan procesos rígidos. Las mejores organizaciones adaptan sus enfoques analíticos a necesidades cambiantes del negocio mientras mantienen estándares de rendición de cuentas y calidad.


La Ventaja Competitiva de la Claridad

En el entorno empresarial actual que cambia rápidamente, la capacidad de tomar decisiones rápidas e informadas representa una ventaja competitiva significativa. Las empresas que han resuelto el problema de ambigüedad de mandato pueden evaluar oportunidades y responder a amenazas más rápidamente que competidores que aún luchan con caos analítico interno.

Esta ventaja es particularmente pronunciada en mercados emergentes donde el conocimiento local y la agilidad operacional a menudo determinan el éxito. Las empresas que pueden evaluar rápidamente las implicaciones de rentabilidad de cambios regulatorios, fluctuaciones de moneda o movimientos competitivos pueden capitalizar oportunidades que competidores más lentos pierden.

La ventaja de claridad se compone con el tiempo. Las organizaciones que consistentemente toman decisiones mejor informadas se alejan más de competidores operando con información menos confiable. Construyen posiciones de mercado más fuertes, desarrollan operaciones más eficientes y crean más valor para stakeholders.


Conclusión: Números con Alma

Al final del día, este problema no se resuelve agregando más dashboards o comprando software más sofisticado. Se resuelve devolviendo propósito humano al análisis financiero.

Los números por sí mismos no toman decisiones. Las personas sí. Y las personas necesitan información que no solo sea técnicamente correcta sino estratégicamente relevante y comunicada de maneras que inspiren acción.

Un mandato claro para gestión de rentabilidad y costos no es solo formalidad organizacional. Es la diferencia entre tener información y tener inteligencia. Entre reportar e influenciar. Entre gestionar números y liderar con datos.

En un mundo donde la información abunda pero el juicio es escaso, las organizaciones que logren esta claridad de propósito y responsabilidad tendrán una ventaja competitiva real y sostenible.


Porque al final, no se trata de los números. Se trata de las decisiones que esos números inspiran. Y las mejores decisiones emergen cuando alguien tiene un mandato claro para transformar datos en sabiduría estratégica.


El camino hacia adelante requiere coraje para asignar rendición de cuentas clara, paciencia para construir nuevas capacidades, y persistencia para mantener estándares cuando la presión monta. Pero para organizaciones dispuestas a hacer esta inversión, la recompensa es la capacidad de navegar complejidad con confianza y competir con claridad en un mundo incierto.


Bibliografía

Libros Recomendados

Brigham, Eugene F., y Joel F. Houston. Fundamentos de Administración Financiera. 15ª ed. Boston: Cengage Learning, 2021.

Collins, Jim. Good to Great: Why Some Companies Make the Leap... and Others Don't New York: HarperBusiness, 2001.

Doerr, John. Measure What Matters: How Google, Bono, and the Gates Foundation Rock the World with OKRs. New York: Portfolio/Penguin, 2018.

Grove, Andrew S. High Output Management. New York: Vintage Books, 1995.

Heath, Chip, y Dan Heath. Made to Stick: Why Some Ideas Survive and Others Die. New York: Random House, 2007.

Horngren, Charles T., Srikant M. Datar, y Madhav V. Rajan. Contabilidad de Costos: Un Enfoque Gerencial. 16ª ed. México: Pearson Education, 2019.

Kaplan, Robert S., y David P. Norton. The Balanced Scorecard: Translating Strategy into Action. Boston: Harvard Business Review Press, 1996.

———. Mapas Estratégicos: Convirtiendo los Activos Intangibles en Resultados Tangibles. Barcelona: Gestión 2000, 2004.


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Hoja de evaluación y pensamiento crítico

 
 
 

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